"Dios hizo el gato para dar al hombre el placer de acariciar al tigre" (Víctor Hugo)
Tres mil años antes de Cristo los egipcios tuvieron la idea de "domesticar" gatos. Ni ellos ni todas las civilizaciones posteriores, incluyendo la actual, lo lograron.
El gato hace solamente lo que le gusta hacer. No es el mejor amigo del amo, sino que es únicamente amigo de sí mismo. Es un egoísta en estado puro. Nunca se dejará engañar por nosotros cuando perciba que queremos usarlo como sirviente o como payaso para nuestra diversión.
¿Son acaso tontos? Por supuesto que no. Cuando necesite hacer algo para lograr un objetivo propio, lo hará, pero no a cambio de una simple caricia. Un gato puede actuar en un circo haciendo cosas sorprendentes, solamente porque el premio suele ser una suculenta ración de comida.
Se lava cuidadosamente para quitarse restos de suciedad que puedan permitir que los ratones - su tradicional presa - puedan olfatearlos y así evitar encontrarse con su enemigo felino.
Quizá por el mismo motivo cubra con algo sus propios desechos o los sobrantes de los alimentos que recibe.
Un gato carece de sentimiento de culpa. Haga lo que haga, nunca lo veremos arrepentido, con la cola entre las patas.
Caza ratones para divertirse, jamás por obigación ni porque alguien se lo ordene. Si no recibe alimento suficiente de su dueño, o es un gato sin dueño, luego de matarlo lo comerá.
Puede saltar desde alturas importantes sin sufrir ningún daño, oír sonidos de hasta 30.000 vibraciones por segundo, ver sin dificultad en la penumbra, orientarse en plena oscuridad utilizando sus bigotes como antenas.
Un gatófilo es quien está satisfecho con tener un gato cuyas actitudes y movimientos pueda observar y admirar. En realidad, "tener" no es una palabra adecuada, pues lo más que podemos lograr es que el gato acepte "convivir" con nosotros.
Un gato es hermoso cuando reposa, cuando se incorpora, cuando se estira, cuando camina, cuando se muestra feliz, cuando se muestra irritado.
Es el símbolo del animal curioso que observa e investiga todo.
Goza de la vida como nadie, demostrado siempre un placer intenso que es seguramente transmitido a todos y cada uno de sus músculos cuando deja que apreciemos su cuerpo siempre pleno de majestuosa gracia.
Si convives con un gato y quieres aprender a descansar de verdad, mira cuidadosamente cómo reposa. Cuando logres hacer algo parecido verás que no necesitas de nada más para que, al continuar la actividad, sientas que estás renovado, con tu carga energética al tope.
¿Qué más te transmite tu gato? ¿Qué más te ha enseñado acerca de la vida? Cuéntanos.
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