Por POR CAROLINA PINEDO
15 de junio de 2012
Eroski Consumer
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Enfermedades crónicas y graves, así como algunas dolencias asociadas a la edad avanzada, son las causas más habituales por las que un veterinario puede recomendar practicar la eutanasia a su perro. Sin embargo, para los dueños del animal implica intensos sentimientos de culpabilidad y tristeza. Algunas de las dudas más frecuentes que se plantean son: ¿Haré lo correcto si decido practicar a mi perro la eutanasia? ¿Sufrirá? ¿Le acompaño en el momento de practicársela? ¿Puedo llevarme sus restos tras la eutanasia? ¿Cómo conseguiré superar la muerte de mi perro? Las respuestas, a continuación.
Cuando el veterinario plantea a los dueños de un perro enfermo practicar laeutanasia con el fin de evitar su sufrimiento, son varias las dudas que se formulan. Algunas de las preguntas más habituales que se hacen los dueños en esta crítica situación son las siguientes:
1. ¿Haré lo correcto si decido practicar a mi perro la eutanasia?
Tenga en cuenta que cuando su veterinario plantea la posibilidad de practicar la eutanasia a su animal es porque está seguro de que el perro padece dolor y el desenlace es inevitable y cercano. La calidad de vida de un animal enfermo o que sufre graves problemas físicos asociados a la edad avanzada disminuye de manera drástica.
Algunos canes dejan de andar, se hacen sus necesidades en casa, padecen fuertes dolores, pierden la vista y el oído. En esta situación, lo correcto es evitar al can el padecimiento. Por ello, aunque sea una decisión dura y muy dolorosa, no debemos sentirnos culpables por buscar el bienestar del perro.
Algunos canes dejan de andar, se hacen sus necesidades en casa, padecen fuertes dolores, pierden la vista y el oído. En esta situación, lo correcto es evitar al can el padecimiento. Por ello, aunque sea una decisión dura y muy dolorosa, no debemos sentirnos culpables por buscar el bienestar del perro.
2. ¿Sufrirá mi perro con la eutanasia?
La eutanasia terapéutica se denomina así porque su principal finalidad es evitar dolor y sufrimiento al perro. La palabra eutanasia procede del griego y significa "buena muerte".
"Un animal al que se le practica la eutanasia no debe sufrir nada en absoluto. Debe quedarse dormido de manera serena", explica Manuel Lázaro, veterinario de la clínica Mirasierra de Madrid. "Hoy en día, hay técnicas que permiten que el perro no sienta ni siquiera el pinchazo necesario para inocular la sustancia que sirve para practicar la eutanasia", añade el veterinario.
La eutanasia terapéutica se denomina así porque su principal finalidad es evitar dolor y sufrimiento al perro. La palabra eutanasia procede del griego y significa "buena muerte".
"Un animal al que se le practica la eutanasia no debe sufrir nada en absoluto. Debe quedarse dormido de manera serena", explica Manuel Lázaro, veterinario de la clínica Mirasierra de Madrid. "Hoy en día, hay técnicas que permiten que el perro no sienta ni siquiera el pinchazo necesario para inocular la sustancia que sirve para practicar la eutanasia", añade el veterinario.
3. ¿Acompaño a mi perro en el momento de practicarle la eutanasia?
El hecho de que el perro se sienta acompañado en sus últimos momentos es importante. Aunque no sienta dolor ni sufrimiento cuando se le pone la inyección, hay que tener en cuenta que se encuentra en un lugar extraño, la clínica veterinaria, donde muchos perros se sienten nerviosos.
La compañía de su dueño le tranquiliza y aplaca sus temores. El perro no es consciente de que se le practicará una eutanasia, pero puede tener miedo a que le hagan daño. Es recomendable acompañar al perro en sus últimos momentos para que no se sienta solo.
Los dueños sí saben que es el momento del adiós y que pasarán una situación dura y difícil, pero aunque resulte complicado, conviene que estén con el can. Para los dueños es importante decir adiós a su perro y tener la sensación de acompañarle en el momento de morir. De esta forma, el duelo es más fácil de superar. Será muy reconfortante que los dueños sepan de primera mano que su amigo no sufrió al morir, sino que se durmió con tranquilidad. Así podemos ser conscientes de que hemos contribuido con nuestra decisión a que el perro deje de sufrir y se vaya con dignidad y paz.
El hecho de que el perro se sienta acompañado en sus últimos momentos es importante. Aunque no sienta dolor ni sufrimiento cuando se le pone la inyección, hay que tener en cuenta que se encuentra en un lugar extraño, la clínica veterinaria, donde muchos perros se sienten nerviosos.
La compañía de su dueño le tranquiliza y aplaca sus temores. El perro no es consciente de que se le practicará una eutanasia, pero puede tener miedo a que le hagan daño. Es recomendable acompañar al perro en sus últimos momentos para que no se sienta solo.
Los dueños sí saben que es el momento del adiós y que pasarán una situación dura y difícil, pero aunque resulte complicado, conviene que estén con el can. Para los dueños es importante decir adiós a su perro y tener la sensación de acompañarle en el momento de morir. De esta forma, el duelo es más fácil de superar. Será muy reconfortante que los dueños sepan de primera mano que su amigo no sufrió al morir, sino que se durmió con tranquilidad. Así podemos ser conscientes de que hemos contribuido con nuestra decisión a que el perro deje de sufrir y se vaya con dignidad y paz.
4. ¿Puedo llevarme los restos de mi perro tras la eutanasia?
Los dueños del perro se pueden llevar el cuerpo para enterrarlo y rendirle un homenaje. El hecho de poder hacer este último, por sencillo que sea, ayuda a superar el duelo por la pérdida del perro.
Otra opción es que el ayuntamiento de la localidad donde se practica la eutanasia se haga cargo del cuerpo, que se incinerará.
Los dueños del perro se pueden llevar el cuerpo para enterrarlo y rendirle un homenaje. El hecho de poder hacer este último, por sencillo que sea, ayuda a superar el duelo por la pérdida del perro.
Otra opción es que el ayuntamiento de la localidad donde se practica la eutanasia se haga cargo del cuerpo, que se incinerará.
5. ¿Cómo conseguiré superar la muerte de mi perro?
La muerte de un fiel amigo, como es el perro, marca a las personas que la viven. En ocasiones, hay quienes comparten hasta 16 años de su vida con el animal, todo un recorrido lleno de experiencias en las que se estrechan fuertes lazos de amistad.
Es lógico que una persona que ha perdido a su perro se sienta triste, deprimida e inapetente. Estas sensaciones forman parte del duelo por la muerte de un ser querido. Cada persona asume la muerte de sus seres queridos a un ritmo diferente. Quienes pasan por esta experiencia pueden necesitar más o menos tiempo para normalizar de nuevo su vida y sentirse menos tristes.
Tomar la decisión de practicar la eutanasia
El momento de despedirse de un amigo que ha compartido muchos años de nuestra vida es muy duro y frustrante, pero aún más si su muerte depende de una decisión nuestra porque hay que practicarle la eutanasia. Las dudas y el remordimiento surgen de manera inevitable en estas situaciones.
Es el caso de Mercedes del Olmo, que ha tenido que pasar en varias ocasiones por esta situación con sus perros. Uno de ellos, Chispi, padecía cáncer y en el caso de los otros dos, Tula y Gigi, problemas de salud asociados a su avanzada edad.
Mercedes del Olmo recuerda que "los tres padecían problemas de movilidad y respiratorios, así como dolores por todo el cuerpo. En el caso de Chispi, el perro sufría hemorragias continuamente y se quedaba como muerto". Añade que cuando el veterinario le habló de la posibilidad de practicarles la eutanasia fue un momento muy duro, en el que le asaltaron muchas dudas y una gran tristeza.
En cuanto a la fase de duelo, se supera, pero hay que darse tiempo para lograrlo. A Mercedes le ayudó "dejar de lado el sentido de culpabilidad". "Si el perro pudiera expresarse con palabras, seguro que agradecería tantos años de cariño y atenciones, así como el haberle ofrecido un descanso digno y sin sufrimiento", asegura.
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**Visita: http://bohemiaylibre.blogspot.com
El momento de despedirse de un amigo que ha compartido muchos años de nuestra vida es muy duro y frustrante, pero aún más si su muerte depende de una decisión nuestra porque hay que practicarle la eutanasia. Las dudas y el remordimiento surgen de manera inevitable en estas situaciones.
Es el caso de Mercedes del Olmo, que ha tenido que pasar en varias ocasiones por esta situación con sus perros. Uno de ellos, Chispi, padecía cáncer y en el caso de los otros dos, Tula y Gigi, problemas de salud asociados a su avanzada edad.
Mercedes del Olmo recuerda que "los tres padecían problemas de movilidad y respiratorios, así como dolores por todo el cuerpo. En el caso de Chispi, el perro sufría hemorragias continuamente y se quedaba como muerto". Añade que cuando el veterinario le habló de la posibilidad de practicarles la eutanasia fue un momento muy duro, en el que le asaltaron muchas dudas y una gran tristeza.
En cuanto a la fase de duelo, se supera, pero hay que darse tiempo para lograrlo. A Mercedes le ayudó "dejar de lado el sentido de culpabilidad". "Si el perro pudiera expresarse con palabras, seguro que agradecería tantos años de cariño y atenciones, así como el haberle ofrecido un descanso digno y sin sufrimiento", asegura.
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