Era una operación que estaba prevista.
Hace semanas que la concejalía de Sanidad y la de Medio Ambiente aguardaban a que el juez les firmase la orden para acceder a una vivienda de la calle Rocío, en el polígono de Coia, que fue objeto de múltiples quejas vecinales por los problemas con los perros sueltos que merodeaban por el barrio.
La policía local descubrió, además de once canes, una vivienda unifamiliar de dos plantas y patio que estaba repleta de suciedad.
La propietaria almacenaba hasta 300 kilos de basura tras sus muros, por lo que los especialistas sospechan que la mujer, de avanzada edad, padece el síndrome de Diógenes.
Esta persona mayor tiene otra casa en la céntrica calle de Urzaiz, que también ha sido inspeccionada en varias ocasiones por el Servicio de Limpieza por los malos olores y basura acumulada.
El dispositivo comenzó a las ocho de la mañana y despertó la atención del vecindario del Rocío, una calle de estilo andaluz que recuerda a los porches de Nueva Orleans.
En el momento de la actuación, la propietaria estaba ausente.
La indignación de los residentes se hacía patente, tras las múltiples quejas presentadas.
Uno comentó por la tarde: «Hubo mucha policía, pero deberían haber venido con metralletas».
Otra advertía desde un balcón a los periodistas: «Tenga cuidado que todavía hay dos perros escondidos en la hierba, que son de los que muerden».
La policía rescató a ocho perros que vivían dentro de la casa y otros tres huyeron.
Los canes, la mayoría mestizos, fueron trasladados a las dependencias de la Protectora de Animales de Vigo.
La encargada confirmó que el estado físico de las mascotas, entre ellos cuatro cachorros, era «perfecto y no están delgados».
Nada que ver con otra decena de animales que, en otra ocasión, rescató anteriormente
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