LONDRES.? Si alguna vez sorprendió a un perro que robaba comida, conocerá el sentimiento: la sensación de que el pichicho sabe que hizo algo malo y se siente... culpable.
Tal vez eso sea un poco exagerado, pero intente decirle a un dueño que su mascota no puede experimentar dolor, entusiasmo, amor u otros estados mentales que, usualmente, reservamos a los humanos. No llegará muy lejos.
El mes último, más de 200 especialistas reunidos en el Primer Foro de Ciencia Canina, en Hungría, discutieron, entre otras cosas, qué ocurre en la mente de un perro. Aunque todavía se encuentran a cierta distancia de poder describir el universo mental de los perros, su trabajo está dejando en claro que nuestra inclinación a otorgarles estados mentales humanos no es tan poco científica como parecería. Los perros, realmente, tienen algunas capacidades mentales notables que les permiten manejarse en su extraño hábitat: nuestro mundo.
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