Los canes no se habrían domesticado por la voluntad del hombre, sino por conveniencia de los animales que identificaron en el ser humano una fuente de alimento y sustento.
¿De dónde vienen los perros?
Esa es la pregunta que tratan de responder en laUniversidad de Oxford.
“Los científicos han propuesto diversas opciones sobre los orígenes de los perros. Para empezar, los investigadores están de acuerdo en que evolucionaron a partir de los antiguos lobos. Alguna vez existió entre los científicos la teoría de que un cazador-recolector visionario capturó un lobo cachorro de su madriguera y comenzó a criar lobos cada vez más mansos, así marcó los primeros pasos del largo camino que ha desembocado en las correas y los collares antipulgas. Por supuesto, esta explicación es demasiado simple pero, en esencia, la idea es que las personas se dedicaron a criar lobos para convertirlos en perros. Igual que ahora crían perros para que sean pequeños o grandes, o para ser pastores de ovejas.
“La opinión científica prevalente es que esa historia no resiste. Es difícil domesticar un lobo, aunque sea cachorro, así que muchos investigadores consideran que hay muchas más posibilidades de que, en efecto, los perros se hayan inventado a sí mismos”, señala el diario New York Times.
De los mil millones de perros que se calcula hay en el mundo, sólo una cuarta parte son mascotas.
Un profesor de biología en Hampshire College consideró que “el perro doméstico quizá evolucionó para convertirse en un parásito”.
Los estudios apuntan que “los perros modernos son muy diferentes de los lobos modernos. Comen sin problemas enfrente de las personas, los lobos no. Sus cráneos son más anchos y sus hocicos más cortos. No viven en manada cuando están solos. Algunos científicos se burlan de las estrategias de entrenamiento canino que requieren que el humano se comporte como el líder de la manada.
“Los lobos forman parejas estables y los papás lobo ayudan con los pequeños mientras que los perros son totalmente promiscuos y a los machos no les importa su descendencia. Sin embargo, es fácil que perros y lobos se crucen y algunos científicos ni siquiera están convencidos de que sean especies distintas. Este escepticismo es una muestra del debate científico sobre cómo debe definirse una especie o en qué medida la categoría es un hecho de la naturaleza y no una línea arbitraria que pintamos los seres humanos”, abunda el diario.
Por lo pronto, existe un consenso generalizado entre los científicos sobre las pruebas de que los perros se domesticaron hace unos 15 mil años.
Por ello, hace 14 mil años, la gente ya enterraba perros, algunas veces junto a seres humanos.
Sin embargo, biólogos sugieren, a partir de pruebas de ADN y la forma de cráneos antiguos, que los humanos comenzaron a domesticar perros hace más de 30 mil años.
Investigadores que estudian el ADN de perros y lobos sostienen que los perros se originaron en el este de Asia, Mongolia, Siberia, Europa y África.
Pero la genética de los perros es un enredo; en parte se debe a que la mayoría de las razas de perros se inventaron en el siglo XIX, durante un “torbellino de mezclas por el loco frenesí de la cría de perros en la época victoriana europea”.
Esto creó un “caldo” en la genética de los perros que hace difícil identificar sus ingredientes.
El equipo de Oxford ha viajado por todo el mundo para recopilar datos, tomar muestras diminutas de huesos y medidas de dientes, mandíbulas y algunas veces cráneos casi completos de perros, lobos y cánidos antiguos y recientes. Casi ha concluido la fase de recopilación, que espera tener al final el ADN de unas 1500 muestras, y fotografías y medidas detalladas de varios miles.
Este año comenzarán a publicarse artículos científicos sobre este trabajo en Oxford y otras instituciones.
Mietje Germonpré, paleontóloga del Royal Belgian Institute of Natural Sciences, está entre los científicos que participan en el proyecto de los perros. Está entre los muchos autores de un artículo publicado en 2013 en Science que identificaron el cráneo de uno de los primeros perros, de unos 32.000 años de antigüedad, recuperado en una cueva belga en Goyet.
Germonpré señaló que el cráneo antiguo era ancho, con dientes apiñonados y hocico corto. Y que todas estas características le indican que no se trata de un lobo.
(Artículo íntegro en
The New York Times).